
Mismo FMI, mismas políticas, mismos resultados
Un salvavidas de plomo
La convalidación de los nuevos precios relativos que impuso el mercado durante la pulseada cambiaria de mayo fue coronada por la decisión oficial de recurrir intempestivamente al FMI para pedirle auxilio financiero.
En los hechos, la vuelta al prestamista de última instancia internacional evidencia la extrema debilidad de la política económica y sus límites manifiestos para desactivar una crisis del sector externo. El Gobierno ha redoblado la apuesta por la estrategia en curso, sin asumir ninguna decisión que permita inferir un cambio en la dinámica explosiva de las cuentas externas. Como siempre ocurre con la receta ortodoxa, la recesión constituye el mecanismo para reducir el déficit comercial. Por su parte, el encarecimiento del dólar que seguramente resultará de la reinstauración de la flotación cambiaria puede contribuir a disminuir el desequilibrio de turismo en el exterior. Pero con eso no alcanza. Por un lado, se incrementarán los intereses de la deuda pública externa y, por otro, no hay ninguna garantía de que cese la fuga de capitales, derrotero previsible de la nueva deuda.
No falta a la verdad el Gobierno cuando plantea que el programa acordado con dicho organismo es “de producción nacional”, ya que efectivamente su diagnóstico y las recomendaciones de política están absolutamente en línea con el abordaje del FMI. Varias de las sugerencias realizadas por dicha institución en sendos informes de 2016 y 2017 fueron recogidas por el sector público, sin necesidad de que mediara acuerdo alguno, e incorporadas en propuestas legislativas. Entre ellas, la controvertida decisión de modificar la fórmula de ajuste de los beneficios de la Seguridad Social (recientemente cuestionada por la Justicia), que impuso un recorte de las jubilaciones de casi un 9% en relación a la fórmula de actualización anterior.
La subestimación de los problemas que las medidas liberalizadoras en materia comercial y externa están provocando en varios frentes del funcionamiento de la economía argentina, también constituye un rasgo común en el diagnóstico oficial y el del FMI. Evidenciando una evaluación ciertamente contradictoria, dicho organismo destaca en su último informe la necesidad de reducir el desequilibrio de la cuenta corriente pero, en paralelo, insiste en la recomendación de profundizar la apertura comercial y financiera.
Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo nº 382, 07 de junio de 2018.
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