Revista FIDE n°425

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Prolongando la agonía

 

Apenas cinco meses después de haber instruido al FMI que le otorgara al Gobierno argentino un auxilio adicional de 20 mil millones de dólares, el presidente Trump vuelve al rescate de Milei, su único aliado incondicional en la región. Ese apoyo, todavía en la esfera de lo gestual, evitó una crisis cambiaria que habría derrumbado el único objetivo al que se aferra la política económica: mantener el anclaje del dólar hasta las elecciones del 26 de octubre próximo. Tal posibilidad, sin embargo, no está garantizada habida cuenta de la velocidad con que la dolarización de ahorros del sector privado se va consumiendo todo nuevo endeudamiento. A cinco meses de haberse flexibilizado la compra de dólares para atesoramiento de los particulares (anunciada con bombos y platillos cuando se alcanzó el acuerdo con el FMI), la sangría de divisas ya bordea los 18 mil millones. 

Son muchas las incógnitas acerca de cómo se materializará el nuevo salvataje instrumentado por los Estados Unidos, así como también sobre cuáles serán las condicionalidades que pasarían a sumarse a la humillante subordinación y alineamiento del Gobierno argentino a los desquicios humanitarios, económicos y geopolíticos del presidente Trump. Las pruebas de amor ya entregadas son enormes, en un amplio abanico que va desde el aislamiento regional o el abandono de la integración estratégica a los BRICS hasta el récord histórico de votaciones en las Naciones Unidas junto a Estados Unidos y a contramano del mundo.

La instrucción que llegó desde el país del norte, a partir de la queja de los sojeros norteamericanos, para que se reimplantaran las retenciones a los granos, es apenas un ejemplo menor del incremento en la capacidad de disciplinamiento sobre un gobierno dispuesto a entregar hasta el mínimo resquicio de soberanía a cambio de un poco de oxígeno financiero. Ya es un secreto a voces que después de las elecciones de octubre el FMI, delegado de lo que decida Estados Unidos, demandará a la Argentina un reajuste del programa que incluya no solo la tradicional devaluación y ajuste fiscal, sino también pasos concretos en las dichosas “reformas estructurales” que el establishment financiero reclama para evaluar la posibilidad de que Argentina vuelva a los mercados internacionales y evite un nuevo default de su deuda. 

Ahora bien, estos escenarios ideales que pergeña el Gobierno vuelven a subestimar no solo la inconsistencia del modelo que se pretende remozar, sino también los cambios operados en la realidad sociopolítica.  Son varias las evidencias que estarían dando cuenta de que “el hechizo Milei” se rompió y no parece haber magia financiera transitoria que restablezca la confianza y el apoyo popular de una sociedad agobiada por las penurias económicas y defraudada por los escándalos de corrupción. La amplia derrota sufrida en las elecciones en la provincia de Buenos Aires, así como los fuertes reveses que la oposición le asestó en el Congreso de la Nación, dan cuenta de un clima político propicio no sólo para ponerle un freno al Gobierno sino también para construir consensos en torno a un proyecto que devuelva un horizonte de futuro.

Aportando a ese debate, Ana Castellani reflexiona en esta edición de FIDE acerca del desafío de repensar un Estado que esté en condiciones de llevar adelante un plan de desarrollo nacional.

 

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Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo nº 425, 29 de septiembre de 2025.

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