Alimentando otro ciclo de endeudamiento y fuga
Un poco de historia
La película se repite una y otra vez. Desde hace décadas la crisis del sector externo argentino se precipita de la mano de la dolarización de ahorros de los propios argentinos. Este fenómeno, además de consumir las di-visas imprescindibles para el crecimiento y la atención de los compromisos con el resto del mundo, se ha trans-formado en un mecanismo de acumulación financiera que desvía recursos de la acumulación productiva interna. La contracara de esos procesos de dolarización de excedentes (formación de activos externos, en la jerga del BCRA) ha sido, salvo algunas excepciones, el endeudamiento externo asumido fundamentalmente por el Estado nacional y con ocasionales aportes de la deuda del sector privado.
El bimonetarismo es la herencia maldita de los sucesivos experimentos neoliberales que surcaron la realidad económicosocial de nuestro país desde la dictadura cívicomilitar de 1976 hasta el presente. Es fuente fundamental de la inestabilidad macroeconómica que a lo largo del tiempo ha profundizado la desarticulación productiva, el deterioro en las condiciones del mercado de trabajo y la erosión de las funciones básicas de nuestra moneda.
En este repaso histórico es bueno recordar que a lo largo de la virtuosa etapa de fuerte desendeudamiento ocurrido entre 2003 y 2012, el proceso de fuga de excedentes domésticos no se detuvo y pudo ser financiado gracias a los superávits comerciales generados durante esos años. En ese período la FAE superó los 87 mil millones de dólares, generando una absorción de divisas que, si bien no se financió con deuda, tampoco tuvo impactos neutros sobre el funcionamiento de la economía. Tal dolarización de excedentes supuso, en efecto, el mencionado desvío del ahorro interno del proceso de inversión, a la vez que condicionó el fortalecimiento de las reservas internacionales, respaldo esencial para la estabilidad en las economías que no emiten moneda de reserva internacional. Recién a fines de 2011, agotada la posibilidad de financiar la dolarización a partir del superávit de cuenta corriente, se instauraron controles de cambio para reducir la sangría de reservas.
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Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo nº 425, 29 de septiembre de 2025.
