La recesión como nueva ancla antiinflacionaria

En el último año y medio largo, el ancla cambiaria y la apertura importadora funcionaron como principal herramienta antiinflacionaria, a la cual se le sumó, desde febrero último, el techo impuesto a la negociación paritaria con el objetivo de fijar una pauta de aumentos salariales por debajo de la inflación. En el actual escenario, caracterizado por fuertes tensiones en el mercado de cambios y decisiones extemporáneas como la de reducir por 40 días las retenciones a los productos agropecuarios –dos circunstancias que generan presiones sobre los precios internos–, la recesión ha mutado de un efecto “no deseado” de la estrategia oficial a una aliada en la contención de los precios internos.
En julio la economía volvió a caer, consolidando la tendencia decreciente que exhibe desde marzo. El nivel de actividad se encuentra un 1,5% por debajo del de febrero, acentúandose un comportamiento muy heterógeneo entre los distintos sectores de actividad. Tal dualidad se manifiesta en el dinamismo que evidencian, por un lado, sectores como el minero o energético, esencialmente volcados al mercado internacional, mientras que, por otro lado, aquellos rubros vinculados a la evolución de la demanda interna continúan rezagados. En este universo la suba de tasas vino a agravar la situación de debilidad de las ventas internas, en un contexto de elevados niveles de capacidad instalada ociosa y creciente penetración importadora que condicionan particularmente el desempeño de la industria. Se asiste, en consecuencia, a una reprimarización de la estructura productiva argentina, fenómeno que se viene materializando desde fines de 2023.
Si bien la actividad del conjunto de la economía en el acumulado de los primeros 7 meses de 2025 se encuentra un 2,9% por encima de igual período de 2023, al excluir al sector agropecuario (afectado en 2023 por una sequía histórica) el crecimiento deviene en una caída del -0,9%. El escenario de dualidad que describimos se refleja entonces en la situación de sectores netamente “perdedores”, como la construcción (-14,1%), la industria (-9,8%) y el comercio (-4,6%); frente a otros que exhiben un elevado dinamismo, como las finanzas (+13%), la minería (15,4%) y el agro (+53%).
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Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo nº 425, 29 de septiembre de 2025.